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Influencia de los campos electromagnéticos

En esta publicación se exponen los resultados de los estudios científicos relacionados con los efectos de los campos electromagnéticos sobre el cuerpo humano.

 

 


En este artículo se resume un extenso trabajo realizado por el Dr. Orlando M. Morales a partir de información hemerográfica a nivel mundial, ofreciendo un material de lectura sobre este controvertido tema para aquellos interesados que cuentan con un tiempo limitado.

 

 

Este informe va precedido de una introducción general, en la que brevemente se comentan aspectos metodológicos y de este trabajo, y conceptos bioeléctricos y físicos generales (Cap. I) que facilitan el desarrollo de los siguientes capítulos.

Aunque el informe se refiere principalmente a los efectos de los campos electromagnéticos sobre la salud humana, obtenidos por los estudios epidemiológicos (Cap.II), también se incluyen aspectos de investigación experimental, principalmente de laboratorio (Cap. III). Se sugiere que en aquellos asuntos de interés se busque el trabajo ampliado o se haga uso de las diferentes fuentes de información que sirvieron de base al estudio.

 

Capítulo 1 – Introducción

 

La investigación experimental ha demostrado que el efecto de los campos electromagnéticos (CEM) sobre los seres vivientes está determinado por la intensidad, frecuencia y acumulación de la exposición. No se conoce sin embargo, hasta qué grado puede alterar la homeostasia, y superada la capacidad de adaptación del individuo, se instaure una condición patológica. Sobre los posibles mecanismos de acción, tan sólo existe una serie de hipótesis bajo estudio.

Los estudios epidemiológicos a la fecha de realización de este trabajo son insuficientes y como aún no son concluyentes, se está en una fase controversial desde el punto de vista científico. Los CEM se han relacionado sobre todo con ciertos tipos de cáncer del sistema nervioso central, principalmente gliomas, diversos tipos de leucemia y cáncer mamario. Sin embargo, dado que no hay reproducibilidad en los estudios y que existen críticas metodológicas, en vez de claridad, las nuevas investigaciones han contribuido a la confusión. Los efectos sobre esterilidad, aborto y malformaciones congénitas, en el balance general no arrojan resultados positivos e igual pasa con alteraciones en el comportamiento humano.

Un problema adicional generado por esta situación indefinida sobre los efectos de los CEM en la salud, es la divulgación de estudios aislados sobre un tema muy especializado que en forma alarmista se presenta al gran público a través de los medios de información. Se hace necesario por tanto un análisis fundamentado en una amplia y actualizada base bibliográfica.

Con el propósito de contar con el mayor número de referencias actualizadas, se hizo uso de bases bibliográficas contenidas en discos compactos. Fue consultado el Index Medicus (1985-1995) en la Biblioteca Nacional de Salud y Seguridad Social (BINASS); el Current Content (Biological Sciences) de 1992 a 1995, en la Biblioteca Luis Demetrio Tinoco de la Universidad de Costa Rica. Otras bases como INIS, editada por la Comisión Mundial de Energía
Atómica y Excerpta Médica, también fueron consultadas.

Los resúmenes leídos en la información bibliográfica de los discos compactos, sirvieron para iniciar la búsqueda de los artículos principales, en bibliotecas nacionales y extranjeras. Todo este material de apoyo, junto a estudios monográficos divulgativos y técnicos, fue entregado debidamente organizado al Instituto Costarricense de Electricidad.

Dos especialistas en la materia, M.Sc. Ruth Greey de Ontario Hydro (Toronto, Canadá) y el Ing. Harry Brown de Florida Power Inc., dieron su valioso aporte y orientación. Asimismo la Biblioteca del ICE (CIET) y funcionarios de
dicha Institución enviaron artículos a través del Departamento de Ambiente y Energía Alterna, que coordinó este estudio.

La investigación documental bibliográfica presenta estas características:

a) Actualizada. Incluye investigaciones realizadas en los últimos diez años y en particular de 1990 a la fecha del trabajo (julio de 1995).
b) Autorizada. Se basó en el aporte de investigadores de reconocidos centros de investigación y no en información secundaria o terciaria proveniente de fuentes divulgativas populares.
c) Extensiva. Se procuró abarcar el mayor número de publicaciones de todo el mundo.
d) Integral. Abarcó variados aspectos tanto de epidemiología, experimentación biológica como aspectos ambientales y técnicos.
e) Imparcial. La información obtenida abarcó investigaciones con los más diversos resultados, ya que el estudio busca conocer la verdad y no favorecer ninguna tesis particular.

Recordemos que los seres vivientes, tanto plantas como animales, son estructuras bioeléctricas. En efecto, toda célula viva se comporta como un dipolo ya que la distribución asimétrica de cargas hace que el interior celular sea negativo respecto al exterior. La diferencia de potencial a través de la membrana es variable en diversos tipos de células, encontrándose valores frecuentes entre -10 y -l00 mV. En los animales y los seres humanos en particular, son frecuentes las manifestaciones eléctricas que se valoran con fines diagnósticos: electrocardiograma, electroencefalograma, electromiograma y electrorretinograma, entre los más usados.

Por otro lado, la Tierra se encuentra rodeada de un campo magnético estático de un valor promedio de 500 mG (1 T = 10000 G) y con manifestaciones naturales esporádicas de tormentas magnéticas de origen solar que pueden alcanzar 50 mG. Por tanto, los seres vivientes han estado sometidos por millones de años a influencias magnéticas de origen natural.

Sin embargo, desde el descubrimiento de la energía eléctrica y las telecomunicaciones nuestro planeta se empezó a poblar de muy diversas ondas pertenecientes al espectro electromagnético, entre ellas los llamados campos electromagnéticos de frecuencia extremadamente baja originadas por la energía eléctrica alterna y otras de mucho mayor frecuencia como las ondas de radio, televisión y radar.

Por tanto, en la actualidad los seres vivientes estamos expuestos a una gran variedad de ondas, lo cual hace necesario comentar muy brevemente las características del espectro electromagnético.

Las ondas presentes en la naturaleza y aquellas artificiales producto de la tecnología humana, pueden ordenarse de acuerdo con su frecuencia de oscilación. Se habla entonces del espectro electromagnético, que abarca desde ondas de frecuencia extremadamente baja, menores de mil ciclos por segundo (unidad llamada Hertz y abreviado Hz) hasta las de muy elevada frecuencia, de miles de millones de Hz. En el grupo de radiaciones de frecuencia más baja del espectro están las ondas originadas por la corriente eléctrica, normalmente de 50 ó 6O Hz, que es el tema principal que nos ocupa. En el extremo superior del espectro EM están las ondas de alta frecuencia, tales como rayos gamma y los rayos X, conocidas por su peligrosidad.

Si se toma como referencia la luz visible, que son ondas electromagnéticas para las cuales el ojo tiene receptores especializados en la retina, a mayor frecuencia se encuentran las radiaciones ionizantes y por debajo, las radiaciones no ionizantes que por tener baja energía no logran producir radicales libres ni romper las moléculas de ADN que forman el material genético celular.

Además de las ondas asociadas a la corriente eléctrica, entre el grupo de radiaciones no ionizantes, pero de mucho mayor frecuencia, están las ondas comerciales de radio (AM y FM) y de televisión (VHF y UHF), y las conocidas microondas usadas en hornos y también para telecomunicaciones.

Todo cuerpo cargado eléctricamente tiene en su alrededor inmediato un área dónde es posible detectar su influencia que se llama “campo eléctrico”. Pero en cuanto se inicia el movimiento de cargas, o sea el flujo de corriente, aparece un campo magnético perpendicular al sentido de la corriente. En el caso de la corriente eléctrica servida a los usuarios, como es corriente alterna, simultáneamente se genera un campo magnético oscilatorio o fluctuante de la misma frecuencia que la electricidad.

La magnitud del campo eléctrico, medido usualmente como Volt/metro (V/m), está en proporción directa a la tensión y decrece a medida que aumenta la distancia. El campo magnético se mide en dos unidades; en el sistema cegesimal es el Gauss, abreviado como G, y en el sistema internacional corresponde al Tesla (T). Dada su magnitud, es frecuente que se use el miligauss (mG) y el microtesla (uT) para describir los campos magnéticos asociados a la corriente eléctrica.

En forma similar al campo eléctrico, el campo magnético depende de una variable eléctrica y de la distancia. Su magnitud está relacionada directamente con el flujo de corriente (medido en Amperes) y decrece también rápidamente con la distancia.

Es interesante anotar que aunque el campo eléctrico se puede aislar, no hay barreras para el campo magnético.

 

Dondequiera que haya corriente alterna, necesariamente habrá un campo magnético en los alrededores. Esto incluye todo sistema electrico, desde las plantas de generación, subestaciones elevadoras, líneas de transmisión, subestaciones reductoras, líneas de distribución, transformadores, líneas primarias y secundarias, hasta el apararato que utilice la corriente: horno, cocina, TV, radio, plancha, computadora, etcétera.

Aunque el tema que nos ocupa es el de radiaciones de frecuencia muy baja (50 ó 60 Hz), resulta provechoso tomar en cuenta que vivimos un mundo lleno de todo tipo de radiaciones, cada día en aumento y de muy diversa índole, asociados principalmente a consumo eléctrico y a las telecomunicaciones.

Las líneas de transmisión aérea han sido objeto de queja por pobladores cercanos a las mismas debido a efectos ambientales, entre ellos el temor a radiaciones electromagnéticas y a accidentes mecánicos como derrumbamiento de una torre o caída de un cable. También pueden provocar interferencia con señales de radio o de televisión y en ciertas condiciones atmosféricas un ruido audible asociado a luminosidad (efecto corona).
Algunos ven el avance del progreso a lo largo de una línea de transmisión, pero para otros es una interferencia visual con el entorno natural.

La alternativa de conducción subterránea como solución tiene un costo entre 10 y 20 veces mayor, que posiblemente los usuarios no estén dispuestos a pagar. Ya que ocasionalmente una persona puede estar debajo de una línea aérea de alta tensión , es conveniente conocer que el efecto del campo eléctrico es muy inferior al proveniente de la misma bioelectricidad corporal y mayor a la de muchos aparatos electrodomésticos con ligeros desperfectos de aislamiento y que pasan desapercibidos para nosotros.

Por otro lado, cuando la persona se expone a un campo magnético, se inducen corrientes eléctricas perpendiculares a la dirección del campo. Estas corrientes, producto de acciones indirectas del campo magnético son imperceptibles y están por debajo de los cambios eléctricos asociados a la conducción nerviosa, la contracción muscular y la actividad cardíaca, fenómenos que constantemente acompañan al cuerpo humano.

Resulta de interés acotar que la cercanía a muchos electrodomésticos produce una exposición mayor que las líneas de alta tensión y que ciertas actividades como la de los soldadores y empleados de fundiciones, definitivamente son mucho mayores. Este concepto es ilustrativo de que por todos lados tenemos electricidad y que aunque el factor intensidad de corriente es importante, también lo es la cercanía a la fuente conductora de electricidad en cuanto a la generación de campos magnéticos.

Capítulo 2 – Investigación epidemiológica

 

En los últimos años se han intensificado las investigaciones que tratan de probar si existe un efecto biológico del campo electromagnético (CEM), particularmente asociado con frecuencias de onda extremadamente bajas (feb). En Norteamérica y en Europa Occidental es donde con mayor énfasis se han llevado a cabo estos estudios, lo cual coincide con el alto grado de industrialización y consumo eléctrico, prevalencia de neoplasias y preocupación ambiental de la población.

Hasta el momento de preparación del trabajo, la agencia de protección ambiental de los Estados Unidos de Norte América (Environmental Protection Agency, EPA) no ha establecido limitaciones de protección a la población diferentes a las usuales, en el caso de las radiaciones de CEM. Sin embargo, ha llevado a cabo una amplia labor de divulgación para mantener al público informado de las posibles consecuencias de las radiaciones y de las últimas investigaciones, y así facilitar las relaciones de la comunidad con las empresas.

 

Es de interés anotar también que, el gobierno federal en los Estados Unidos ha destinado recursos para la investigación científica, tanto de tipo epidemiológica como de laboratorio, con el fin de dilucidar los efectos biológicos y posibles consecuencias sobre la salud humana.

Los resultados obtenidos no han sido definitivos y a menudo son controversiales, existiendo críticas sobre los diseños del experimento o la intensidad del CEM utilizado experimentalmente, aunque no se duda de que las radiaciones afecten la materia viviente, todavía no se cuantifica hasta dónde puede ser causante de una patología importante. Lo que sí es cierto es que desde la publicación en 1979 (Wertheimer & Leeper) que describía la posible relación de leucemia en niños con exposición a líneas de alto voltaje, el público se ha interesado en el tema y ha tenido una participación que ha ido más allá de las evidencias científicas, lo cual hace necesario una revisión actualizada y a fondo de las investigaciones realizadas.

Mientras no se conozcan ni los resultados definitivos ni los mecanismos, la práctica de la evitación prudente es una garantía, como lo recomienda Hendee & Boteler (1994). Este concepto fue enunciado por M.G. Morgan, del Depto de Ingeniería y Políticas Públicas de la Universidad Carnegie Mellon en 1989, y tiene amplia aceptación práctica. En síntesis, mientras se investiga más al respecto, más vale prevenir, utilizando procedimientos de evitación razonable.

 

Los empleados de compañías eléctricas, sobre todos aquellos cuyo trabajo se desarrolla en los sitios de mayor exposición a los campos electromagnéticos (plantas, subestaciones, líneas de transmisión y
de distribución, etc.) han sido objeto de muy variados estudios epidemiológicos.

Han sido publicados los hallazgos de la investigación conducida por el Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Carolina del Norte (Savitz & Loomis, 1995). El estudio fue realizado en un conjunto histórico de 138.905 hombres, empleados por cinco compañías eléctricas de los Estados Unidos de Norteamérica, y que por lo menos trabajaron 6 meses entre 1950 y 1986, usando un diseño experimental cuantitativo. Los datos obtenidos, a juicio de los autores, no dan base para una asociación entre la exposición ocupacional al campo magnético y la leucemia, pero sugiere una relación con el cáncer cerebral. La mortalidad por cáncer cerebral aumentó modestamente en relación con la duración de los trabajos y al mayor índice de exposición al CEM.

 

Otro estudio epidemiológico de gran envergadura fue el realizado por un equipo de investigadores de cuatro instituciones: Departamento de Salud Ocupacional, Facultad de Medicina de la Universidad de McGill en Montreal, Canadá; Departamento de Medicina Preventiva y Bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad de Toronto, Canadá; Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia y los Servicios Generales de Medicina del Trabajo de la Empresa Electricité de France, (Thériault y otros, 1994).

El grupo experimental abarcó poco más de 223.000 trabajadores de tres compañías eléctricas: Ontario Hydro, Hydro Quebéc y Electricité de France, en un periodo de observación de 1970 a 1989. Se estimó la exposición media acumulativa tomando como base la medición de trabajadores que ocupan actualmente cargos similares. Aunque no se encontró relación entre los CEM en 29 tipos de cáncer estudiados, entre ellos melanoma de la piel, cáncer mamario masculino y de próstata, si se informa de una asociación positiva en otros tipos de cáncer. En trabajadores con una exposición acumulativa alta se encontró un mayor riesgo en tres tipos de leucemia, y aunque se menciona un mayor riesgo para cáncer cerebral, no fue estadísticamente significativo.

 

El mismo grupo de investigación, el estudio tripartito de Ontario Hydro, Hydro Quebec y Electricité de France, pocos meses después publicó otro trabajo donde más bien señala sobre una clara asociación con el cáncer cerebral y no con otros tipos de cáncer de los cuales se sospechaba anteriormente (Armstrong y otros, 1994). La asociación con cáncer pulmonar fue para el grupo de alta exposicion al CEM y sobre todo detectada en Quebec. Aclaran que debido a que los aparatos usados para medir la intensidad del campo magnético también responden a señales en la banda entre los 5 a 2O MHz, hasta frecuencia de 150 y 300 MHz, se limita la evidencia de la relación causal entre enfermedad y CEM.

 

Investigadores del Registro de Cáncer de Noruega, del Intituto de Investigación Epidemiológica en Oslo, en un estudio que incluyó 5088 hombres que trabajaron alguna de las ocho compañías eléctricas que participaron en el estudio, entre 1920 y 1991, informan que la incidencia de cáncer fue cercana a la unidad en el conjunto, lo cual indica que el estudio estadístico no detecta diferencias atribuibles al CEM. (Tynes y otros, 1994). Además, la razón de incidencia estandarizada para linfoma, estuvo por debajo de la unidad y que la leucemia y los tumores cerebrales, fueron similares a los controles (casos típicos o normales).
Si resultó llamativo que aunque la exposición acumulada calculada para el campo eléctrico y el campo magnético no se relacionó ni con la leucemia ni el cáncer cerebral, si se encontró un exceso de melanoma maligno en aquellos pertenecientes a la más alta categoría de exposición a campos electromagnéticos.

 

En Suecia, se ha encontrado, en un estudio de casos y controles, que el riesgo de padecer de leucemia aumenta con el grado de exposición al CEM (Floderus y otros, 1993). Los autores anotan que aunque se midió la intensidad del campo en el sitio de trabajo actualmente, pueda que no refleje las condiciones de la verdadera exposición al tiempo del empleo del funcionario.

Un estudio muy conocido fue el de Dinamarca (Guénel y otros, 1993) realizado en un grupo de 2,8 millones de daneses, de 20 a 64 años y que incluyó un período de 17 años. Se encontró un exceso de riesgo de padecer leucemia (aguda y de otros tipos), pero no tuvieron un exceso de riesgo para cáncer cerebral y melanomas. El riesgo para leucemia en trabajadores contínuamente expuestos fue principalmente en electricistas en trabajos de instalación y en obreros de fundiciones, pero no se evidenció en electricistas que trabajan en las plantas de generación eléctrica.

 

El estudio de de Sahl y colaboradores no deja de ser importante mencionarlo aquí, ya que se obtuvo especial cuidado en correlacionar el trabajo con el grado de exposición al campo magnético en trabajadores de actividades eléctricas (operadores de plantas, subestaciones, linieros, electricistas, mecánicos, técnicos, soldadores, etc.). La comparación se hizo con funcionarios de otras oficinas y personal técnico de apoyo y se concluye que no hay una asociación consistente entre la ocupación o el campo magnético medido y la muerte por leucemia, linfoma, cáncer cerebral y todos los tipos de cáncer conbinados.

 

Es de interés acotar que el trabajo de investigación realizado en Suecia (Tynes y otros, 1994), no logra demostrar ninguna asociación patológica entre tumores cerebrales o leucemia con la exposición a campos electromagnéticos y aunque el estudio detectó aumento en el melanoma maligno, se advierte que es para la categoría de exposición mayor y comenta sobre una posible asociación con bifenilos policlorinados por lo que también en futuros estudios debiera tomarse en cuenta junto con los CEM-feb.

 

El estudio del grupo de investigadores patrocinados por Ontario Hydro, Hidro Quebéc y Electricité de France ha producido dos importantes informes científicos. En el primero encuentra asociación entre los valores crecientes de exposición al CEM y diversos tipos de leucemia y un ligero aumento sobre cáncer cerebral, aunque sin significancia estadística (Thériault y otros, 1994). Sí anotan que no hay una correlación directa entre el padecimiento y la intensidad del CEM, así como tampoco consistencia en los hallazgos reportados entre las tres compañías.

 

Varios meses después, producto de la misma investigación fue publicado otro trabajo (Armstrong y otros, 1994) en que aclaran que la relación existente entre la exposición al campo magnético y la enfermedad se evidencia en el caso del cáncer pulmonar y no en otros tipos de cáncer a los que se habían referido en publicaciones anteriores. Tomaron como justificación el problema de la medición exacta del CEM pues se vio que es sensible a otras longitudes de onda, lo cual hace dudar de las conclusiones originales.

Por otro lado, el estudio de Carolina del Norte (Savitz & Loomis, 1995) informa que se sugiere una asociación con el cáncer cerebral, a mayor duración de la exposición e intensidad del CEM, pero no se relaciona con la leucemia.

Si se incluyen las conclusiones del equipo de investigadores sueco (Floderus y otros, 1993) quienes informan de una asociación con la leucemia, tendríamos entonces que cuatro prestigiosos grupos de investigadores en países diferentes, llegan a conclusiones diferentes: cáncer cerebral, cáncer pulmonar , melanoma maligno, leucemia.

 

Por tanto, el panorama es realmente confuso pues no hay consistencia entre los resultados en diferentes países y por diversos investigadores, siendo que el campo electromagnético está presente en todos los casos. Esta falta de consistencia es lo que ha llevado a concluirse que no hay una base científica sobre la asociación del CEM con patologías humanas importantes.

 

Hay resultados aparentemente contra corriente, pues se espera que la exposición a campos electromagnéticos sea el origen de alguna patología, y no ha podido establecerse tal correlación (Sahl y otros, 1993). Por eso estos autores concluyen dos cosas: o que no hubo precisión en la medida del CEM o que no está relacionado con el cáncer. El análisis de grupo y tres estudios de casos y controles abarcó 36.221 empleados de compañías eléctricas, de 1960 a 1980, y fue insuficiente para demostrar relación de CEM y la salud humana.

 

El estudio de Dinamarca, (Guénel y otros, 1993) asocia un riesgo de leucemia y CEM especialmente en hombres expuestos (electricistas de instalaciones), pero curiosamente, no en quienes laboran en plantas de generadoras.
Todavía más llamativo es el caso de un grupo de epidemiólogos rusos (Gurvich y otros, 1994), ya que en un estudio de grupo (l.300 subestaciones con trabajadores de seis plantas, se observó que se duplicaba el riesgo de leucemia comparado con la población general; pero en el estudio de casos y controles el riesgo de padecer de leucemia no fue mayor en la población expuesta al CEM.

 

Hasta el momento, los resultados obtenidos no han sido definitivos y a menudo son controversiales, por lo que existen críticas metodológicas (Savitz, 1993, Siemiatycki, 1993 y Kaune, 1993). Lo que sí es cierto es que desde la publicación de 1979 (Wertheimer & Leeper) en que se describía la relación de leucemia en niños con exposición campos magnéticos debido a la configuración eléctrica, el público se ha involucrado en el tema y ha tenido una participación que ha ido más allá de las evidencias científicas. Se requiere entonces una visión no sólo actualizada sino amplia, con conocimiento a fondo de los estudios epidemiológicos y experimentales, tal como ha sido hecho en varios meta-análisis que posteriormente serán comentados.

 

En Suecia, un país cuidadoso del ambiente y con gran participación de las comunidades, el asunto de las líneas de alta tensión y la salud humana ha sido relevante y varias investigaciones han tratado el asunto. El trabajo de Feychting & Ahlbom (1993) del Instituto Karolinska en Estocolmo, consideró a menores de 16 años que hubieran vivido por lo menos un año a no más de 300 m de líneas de transmisión de 200 y 400 kV. Se encontró un aumento en el riesgo para leucemia infantil, proporcional a la radiación magnética, pero no para linfoma ni tumores del sistema nervioso central. No se aumentó el riesgo para todos los tipos de cancer infantil combinados.

 

Apareció después la publicación de estos autores sobre el efecto de las líneas de alta tensión sobre posibles patologías asociadas en adultos (Feychting & Alhbom, l994). Entre sus hallazgos destaca que para leucemia crónica linfática y para tumores del sistema nervioso central el riesgo relativo fue cercano o menor a uno, lo cual indica que no hay asociación entre CEM y estas enfermedades. En los casos de leucemia mieloide (aguda y crónica) se encontró un riesgo relativo elevado, lo cual señala una probabilidad de que CEM se asocien a esos tipos de cáncer.

 

Floderus y otros (1993) del Instituto Nacional Sueco de Salud Ocupacional, concluyen en que la exposición ocupacional a los CEM constituyen un riesgo en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer. Ellos reportan para la leucemia linfocítica crónica un riesgo aumentado de acuerdo al nivel de exposición, pero no se encontró asociación con la leucemia aguda mieloide. Para tumores cerebrales el estudio mostró un aumento en el riesgo correspondiendo a valores altos de exposición.

 

Los tres trabajos anteriormente citados fueron comentados por Goethe (1993). Anota que en el caso de la leucemia infantil, los valores encontrados si los CEM fueran el factor causal, corresponderían a un caso por año para toda Suecia, por exposición a líneas de alta tensión. Sobre adultos señala: no hay tendencia a un aumento en el riesgo para todos los tipos de leucemia combinados y que al verlos por separado, el riesgo relativo de la leucemia aguda mieloide sube, pero baja la leucemia linfocítica crónica.

 

Del trabajo de Floderus (1993) sobre riesgo ocupacional por los CEM, Goethe apunta que resulta sorprendente que la leucemia mieloide aguda no aumentara, como sí lo reportó el grupo del Karolinska. Por otro lado, la leucemia linfocítica crónica que mostró un riesgo ocupacional elevado en el grupo mayormente expuesto a CEM, resulta que en el caso de viviendas cercanas a líneas de alta tensión más bien mostró un riesgo disminuido.
Sin embargo, debido a la reacción del público y de los medios, las autoridades suecas declararon que los nuevos estándares tomarían en consideración como si hubiera una conexión entre CEM y cáncer infantil.

En Inglaterra, en un estudio de casos y controles, se investigaron las patologías hematológicas en adultos en relación con las líneas de alta tensión (Youngson y otros, 1991). Encuentran que considerados el conjunto de diversos tipos de leucemias no hubo diferencias estadísticamente significativas ya fuera incluyendo la distancia o el campo magnético. En los casos de los que viven dentro de los 50 m de una línea aérea de alta tensión, alcanza apenas ser estadísticamente significativo con una tendencia proporcional a la distancia. Los autores en la interpretación señalan que pueda que no haya una verdadera asociación entre leucemia y CEM y que la escasa significancia sea casual. Pero cuando el análisis se hace sectorial, se encuentran asociaciones positivas, lo cual lleva a los autores a decir que los resultados ni confirman ni refutan la posibilidad de riesgo de padecer cáncer de la sangre por cercanía residencial a líneas de alta tensión.

 

Coleman y otros (1989) estudiaron los casos de diferentes tipos de leucemia en una población cercana al millón de habitantes, que según el Registro de Cáncer de Thames correspondió a 811 enfermos, entre 1965-80, de los que fueron estudiados 711. Se tomaron en cuenta grupos de edad y diferentes distancias de las líneas de alta tensión reportándose que no hay una clara evidencia de asociación entre habitar cerca de líneas de alta tensión o subestaciones, ya que a veces aunque el riesgo esté aumentado, no hubo significancia en las pruebas estadísticas. Tampoco se observó una tendencia en el padecimiento al relacionarlo con la cercanía a la fuente de CEM y a veces el riesgo estimado fue cercano a la unidad. Se menciona como problema el que es difícil dar seguimiento a los casos de fallecidos y que al no medirse el CEM, no hay un control preciso del factor causal. En resumen, hay ausencia de una clara asociación entre leucemia y cercanía de las líneas de transmisión y de distribución.

En la región de Yorkshire, un equipo multidisciplinario de la Universidad de Leeds (Myers, 1990) condujo una investigación en la cual se valoraba la leucemia en niños y su relación con líneas de transmisión aéreas. El resultado indicó que no hay asociación entre el cáncer infantil (leucemia) y la proximidad a las líneas o al CEM medido.

Con anterioridad, MacDowall en 1986, estudió varios grupos de edad y los relacionó con la exposición a las líneas pero no obtuvo evidencias de peligrosidad por vivir cerca de las líneas. No hubo exceso de mortalidad al comparar casos y controles para todos los casos de cáncer combinados y de las leucemias que se se estudiaron.

 

En algunos casos se presenta preocupación por casos de aborto espontáneo debido a los CEM en oficinas, pero la medición de CEM mediante dosímetros personales arrojó un valor modesto, entre 1,0 y 6,5 mG, con un promedio de 3,2 mG (Breysse y otros, 1994).

 

Sin embargo, en Finlandia se encontró que el aborto natural era mayor cuando el CEM residencial era más alto, aunque señalan que por el bajo número de casos, el resultado debe interpretarse con precaución (Juutilainen y otros, 1993). A la inversa, otros encuentran que la exposición residencial no tiene efectos reproductivos adversos tales como embarazo espontáneo o malformaciones, aunque debe estudiarse más (Shao & Croen, 1993).

Investigaciones en Australia (Delpizzo, 1994) señalan que las personas expuestas al CEM de las terminales de video, no están en mayor riesgo que la población general. Este estudio es confirmatorio del meta-análisis de Parazzini y otros (1993) que informa de la ausencia de evidencia confirmatoria en el riesgo reproductivo por exposición al CEM proveniente de los aparatos de video.

Debe tomarse en cuenta que la investigación no ha sido capaz de demostrar que exista un efecto genotóxico, como concluye McCann y otros (1994), luego de una amplia revisión de 55 artículos sobre efectos genotípicos debidos al CEM. Por otro lado, Brent y otros (1993), hablan que la etiología de las malformaciones congénitas es múltiple y en cuanto a los CEM todavía es temprano para asignarles causalidad.
De hecho, otro de sus trabajos, en este caso de tipo meta-análisis, concluye en que el hallazgo más consistente es que los CEM, aún a altas exposiciones no generan un aumento medible en fallas reproductivas en la población. (Brent y otros, 1993).

 

En Francia, en un estudio para correlacionar si las líneas de alto voltaje estaban asociadas a malformaciones congénitas, se concluyó que no hay exceso de ningún tipo de malformaciones observadas por exposición a líneas de transmisión (Robert, 1993). Todo indica que no hay evidencia significativa de riesgo por CEM tal como se demuestra en la ausencia de efectos sobre el crecimiento y el desarrollo fetal (Bracken y otros 1995). En forma similar, Lundsberg (1995) en un estudio de exposición al CEM y subfertilidad, encuentra que el recuento, morfología y movilidad de espermatozoides fueron normales.
Por tanto, no se ha demostrado la relación inequívoca entre CEM y riesgo reproductivo y más bien la mayor parte de los trabajos son negativos al respecto.

Ha sido descrito por McMahan y otros (1994) que los CEM no son responsables de sintomatología depresiva en mujeres. En ese estudio llevado a cabo en el Condado de Orange, California, no se encontraron diferencias significativas en el comportamiento en aquellas mujeres que vivían a una cuadra con aquellas que residían adyacentes a las líneas de transmisión, usando pruebas validadas.
En trabajadores de la industria eléctrica también se ha visto que la exposición a los CEM no presenta riesgos de un aumento en el grado de depresión (Savitz y otros, 1994). Hacen la salvedad de que sí se presenta en electricistas y empleados de corto término. Es criterio de Paneth (1993) que no hay efectos en funciones cognitivas debidos a CEM, pero que la depresión y la sintomatología psiquiátrica todavía deben evaluarse mejor.
En un tiempo se consideró el peligro del uso de cobijas eléctricas por la íntima relación con la persona, pero se ha visto que no están relacionadas con el cáncer mamario como se pensó en un principio (Vena y otros, 1994). Además, como lo refiere Cantor y otros (1995), no se pudo encontrar asociación entre el CEM de carácter ocupacional y el cáncer mamario.

 

Capítulo 3 – Investigación de laboratorio

 

Aunque no se sabe el mecanismo de acción de cómo los CEM ejercen su efecto biológico, las teorías son abundantes, y se pueden citar: alteraciones en el potencial eléctrico de la membrana celular, problemas asociados a la concentración intracelular del ión calcio, interferencia con la síntesis proteica, variación de la liberación de melatonina, cristales de magnetita, alteraciones enzimáticas, etc., varios de los cuales han sido discutidos por Cleary (1993).

 

La regulación de la glándula pineal ha tenido bastante divulgación, con base en el principio de que la hormona producida, llamada melatonina tiene un efecto anti-oncogénico y por tanto protector contra el cáncer, es suprimida por los CEM. Reiter (1993) es un propulsor del mecanismo mediante el cual los CEM inhiben la liberación de melatonina, mediante estímulos luminosos o debidos a ondas magnéticas de carácter oscilatorio. Sin embargo, se ha visto que a diferencia de los roedores, en humanos los CEM provenientes de experimentos de RMN, no alteraron los niveles de melatonina.

 

Ya que en ratas la acción citotóxica de la melatonina sobre líneas celulares de cáncer mamario es evidente, y ya sea por la luz o los CEM se inhibe la melatonina, habría un aumento en el riesgo del cáncer mamario (Tynes, 1993). En igual sentido se manifiestan otros autores que trabajaron sobre un modelo experimental de células cancerígenas humanas, en que se demuestra que el CEM eliminó el efecto anti-oncogénico de la melatonina (Liburdy y otros, 1993).

Ha sido descrito que al alterarse el potencial de la membrana celular (Azadniv y otros, 1993), en varios tipos de células animales, los CEM actúan como una señal que reduce la tasa de crecimiento.

 

En líneas celulares leucémicas humanas, por efecto de CEM se registran cambios en la conductividad de la membrana celular, pero esto se consigue a intensidades de radiación que son tres órdenes de magnitud mayores que las corrientes (Santini y otros, 1995).

Por su lado, Eichwald (1995), reporta que mediante un proceso de transducción celular en que interviene la proteína reguladora G, el CEM altera la concentración intracelular de calcio y por tanto las actividades dependientes de este catión.

 

Se ha hablado también de una posible interacción entre magnetita intracelular y el CEM. Estas partículas ferromagnéticas lesionarían la estructura biológica si se expone al CEM (Kobayashi, 1995), pero se ha encontrado que los informes de laboratorio son equívocos por deberse a encontrarse la magnetita como contaminante (Saffer y otros, 1995).

 

Aunque el mecanismo oncogénico es desconocido, los informes científicos producto del resultado de los experimentos de laboratorio son tan abundantes, como variados y a veces contradictorios.

Así, por ejemplo, Galt y otros (1955), no hallan defectos cromosómicos ni alteraciones enzimáticas por efecto de los CEM. Para que se produzca un efecto carcinogénico o mutagénico, alteraciones en el ADN son un requisito, pero en experimentos con filamentos sencillos de ADN no pudo producirse lesión por efecto de CEM ni con un estrés oxidativo simultáneo (Fairbairn & O´Neill, 1994). Mediante estudios con linfocitos, con exposición entre 50 y 100 mG, de cinco parámetros en un estudio citogenético, dos fueron afectados, entre ellos el rompimiento de cromosomas. Ha sido reportado que los CEM-feb aumentan la transcripción genética y la tasa de degradación del ARN ribosomal, según se ha visto en células leucémicas (Green y otros, 1993).

 

Mevissen y otros (1995), en experimentos con ratas, encuentran un aumento en la enzima descarboxilasa de la ornitina, similar a lo que producen otros agentes cancerígenos, por exposición a CEM, pero no se observa en todos los tejidos estudiados.

En líneas celulares de osteosarcoma el efecto de los CEM se ha manifestado en aumento de los receptores de membrana, similares a la insulina (Fitzsimmond, 1995), lo cual explicaría el efecto osteogénico. Para algunos hay un aumento en el metabolismo, como se comprueba por su mayor capacidad para adaptarse a nutrientes y ligero aumento en el crecimiento, visto en bacterias sometidas a CEM (Kondo, 1995). Pero más bien, con una exposición elevada, el crecimiento de linfocitos se inhibe, como lo ha demostrado Norimura (1993).

Resulta de interés conocer que Dacha y otros (1993), han demostrado que en eritrocitos, las enzimas glicolíticas, el consumo de glucosa y la formación de lactato, no cambia por acción del CEM, al compararse con los controles.

También se han encontrado efectos benéficos. Para algunos, la magnetoterapia es una alternativa válida usada en la medicina física, más que un peligro, como Jacobsen (1993), que le ve una serie de aplicaciones alternas. Ha sido muy usada en casos de fracturas y en general, alteraciones del tejido conectivo, ya que aumentan su capacidad de regeneración y reparación tisular (Aaron & Ciombor, 1993). También últimamente se ha visto un efecto benéfico en casos de la enfermedad de Parkinson y en la esclerosis lateral múltiple, con dosis muy pequeñas en el rango de picoteslas (Sandik & Derpapas, 1993; Sandik 1994).

 

Se ha visto que resuelve favorablemente procesos inflamatorios como la osteartritis de la rodilla y a nivel cervical (Trock y otros, 1995), medido como mayor movilidad y reducción del dolor, por efecto de la magnetoterapia. También se ha demostrado que pulsos cortos de origen mangético, reducen el dolor pélvico de origen ginecológico (Jorgensen y otros, 1994).

La magnetoterapia se ha utilizado con éxito en enfermedades reumáticas, desórdenes isquémicos, tratamiento de la espasticidad y en enfermedades oftálmicas (Jerabeck, 1994).

Es frecuente como medio de diagnóstico el uso de la resonancia magnética nuclear que utiliza intensidades de más de 1 T, o sea mayores de 10.000 G, sin que se reporten efectos nocivos.

Capítulo 4 – Desarrollo tecnológico

 

A diferencia de los campos eléctricos que pueden ser reducidos mediante protecciones aisladoras, no existen barreras para los campos magnéticos. El campo magnético es una función directa de la intensidad de corriente que fluye por un conductor dado, y decrece con la distancia. Ambos parámetros, corriente y distancia pueden regularse en forma sencilla, pero no siempre es lo más práctico para reducir el campo magnético, ya que el consumo de energía eléctrica crece rápidamente y por tanto deben transportarse mayores cantidades de energía y resulta a veces muy cara la ampliación de los derechos de paso.

Sin embargo existen soluciones tecnológicas sencillas tales como el aumento en la altura de las torres, reducción de la distancia horizontal entre líneas y una disposición vertical de los conductores. En estas tres modalidades de reducción del CEM, básicamente se regula el factor distancia.

 

Algunas investigaciones recientes informan de diseños que reducen el CEM mediante líneas de alto nímero de fases. Para ello la investigación sobre conducción en líneas de alto voltaje se lleva a cabo en 6 o 12 fases, que conducen la electricidad en un menor espacio que las líneas convencionales o diseño trifásico (Stewart y otros, 1993), lográndose una reducción del CEM. Otros investigadores (Kaune & Zaffanela, 1992) han desarrollado un método general de análisis del CEM tanto para configuraciones convencionales como no convencionales de líneas de transmisión, que reducen los niveles del CEM. A pesar de que es un tratamiento de tipo físico-matemático, señalan que la reducción del CEM no es todo ya que deben incluirse factores de seguridad, mantenimiento, aislamiento etc.

 

Este campo de investigación eléctrica se mantiene muy activo, tanto en aspectos teóricos (Olsen & Wong, 1992) sobre la caracterización de los campos electricos y magnéticos de frecuencia baja cerca de líneas de alta tensión, como en asunto más prácticos tales como el diseño de aparatos para registro contínuo del CEM y mediciones desde las plantas de generación, hasta el usuario final, pasando por líneas de alto voltaje, subestaciones y diferentes tipos de líneas de distribución (Maruvada, 1993).

Se han estudiado también las vibraciones eólicas en condiciones de laboratorio (Kraus & Hagedorn, 1991), ya que no sólo producen ruido en ciertas condiciones atmosféricas, sino porque pueden producir daño en las cables conductores y rompimiento debido a fatiga del material.

Las compañías eléctricas, norteamericanas y europeas, además de las investigaciones de carácter científico y tecnológico para reducir los CEM mediante diseños prácticos, han establecido políticas generales e información al público y a sus empleados y hacen uso de cabildos abiertos para que las diferentes comunidades puedan expresar libremente sus dudas y temores.

 

Conclusiones

 

Luego de una amplia revisión bibliográfica que cubrió más de seiscientos artículos provenientes de la literatura científica mundial, la mayor parte publicados entre 1990 y 1995, sobre el efecto biológico de los campos electromagnéticos y en particular sobre la salud humana, se encontró que:

a) Existe un efecto biológico de los campos magnéticos generados por la corriente eléctrica alterna. El mecanismo se desconoce y los posibles efectos perjudiciales no han sido debidamente comprobados.

b) No se ha probado, en la mayor parte de las investigaciones que los campos magnéticos estén asociados a problemas reproductivos ni den origen a malformaciones congénitas, así como tampoco con alteraciones del comportamiento.

c) En cuanto a diversos tipos de cáncer involucrados (leucemia y cerebral principalmente), los resultados no son concluyentes, a pesar de la amplia gama de investigaciones en diversas partes del mundo. El efecto en los adultos no ha sido constante ni reproducible, aunque en niños existe un ligera tendencia al aumento en el riesgo para la leucemia.
Se desconoce el mecanismo biológico por el cual los campos electromagnéticos podrían producir el cancer cerebral y la leucemia; hasta la fecha sólo se tienen hipótesis de trabajo, sujetas a estudio y comprobación.

d) El ser humano constantemente está expuesto a campos magnéticos de variada intensidad, al utilizar aparatos eléctricos tanto en su vida doméstica como laboral.

e) Mientras se aclara este problema científico, se ha recomendado la aplicación de la “evitación prudente”, o sea, evitar la exposición a los campos magnéticos cuando resulte razonable, práctico y económico, como aplicación del principio de la precaución, pero no por haberse confirmado un peligro.

f) En general los medios de información tratan de exagerar las consecuencias, aunque los físicos señalan que las ondas de los campos electromagnéticos de frecuencia extremadamente baja, son de tan bajo contenido energético que difícilmente podrían afectar la estructura biológica.

g) A pesar de cierta renuencia a establecer estándares para este tipo de radiación no ionizante, la incertidumbre científica aún en países líderes como Suecia no se ha procurado consideración activa sobre el establecimiento de límites a nivel mundial. El organismo competente de la Unión Europea (CENELEC), recientemente ha fijado niveles de referencia que superan en mucho los valores usuales de exposición encontrados.

h) Existen abundantes estudios que comprueban el uso benéfico de los CEM en Medicina, desde el rango de picoteslas (pT) hasta los 2 T usados en la resonancia magnética nuclear.
i) Sobre este asunto controversial, en que abundan críticas metodológicas, existe consenso en que se debe investigar más y mejor como una forma de resolver científicamente si hay un efecto real originado por los CEM, o bien si existe la contribución de otros factores concurrentes.

 

Fonte: http://www.sertec.com.py/telergia/telergia/informaciones/influencia_campos_electromagn%E9ticos.html